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sábado, 26 de noviembre de 2016

I Congreso Nacional de Ecoturismo, un éxito

Autoridades en la inauguración del Congreso Nacional de Ecoturismo

Con permiso de las nevadas, acabo de regresar de Daimiel (Ciudad Real), donde se ha celebrado entre los días 22 y 24 de noviembre el I Congreso Nacional de Ecoturismo. Que estuviésemos 170 profesionales del sector reunidos en el magnífico Recinto Ferial de Daimiel hablando sobre Ecoturismo ya es todo un logro. Y que, por cuestiones de capacidad, lamentablemente no pudieran asistir otros tantos profesionales (220 inscripciones sobre las 100 inicialmente previstas) denota que el interés era máximo. Un congreso que era necesario y que ha resultado un completo éxito de organización y de asistencia. Creo que también de resultados, pues dos intensos días de trabajo han servido para plasmar en la Declaración de Daimiel un conjunto de recomendaciones y necesidades del sector que marcan el camino a seguir por el Ecoturismo en España y todos los actores implicados: administraciones públicas pertenecientes al Estado y a las comunidades autónomas, gestores de espacios naturales protegidos, empresas privadas, Grupos de Desarrollo Rural, asociaciones de empresarios turísticos, etc. Una cuidada selección, entre los 170 asistentes, para que todos los actores estuvieran representados.

Aforo completo en el Congreso.

La Secretaría de Estado de Turismo, el Organismo Autónomo Parques Nacionales, y el Ayuntamiento de Daimiel han organizado con gran éxito este congreso en el que se han tratado aspectos como el concepto, la formación, la gestión, la comercialización, la comunicación, etc. y en el que no han faltado además ponencias de enorme interés. La lectura de la Declaración de Daimiel (documento de próxima publicación) cerró un punto de encuentro profesional que se completó el día 25 con la visita guiada al parque nacional de las Tablas de Daimiel – Motilla del Azuer y al parque nacional de Cabañeros. Durante este fin de semana se está celebrando en el marco del congreso un fam trip con agentes de viaje internacionales, continuación de la mesa de contratación del jueves.
Leyendo parte de las recomendaciones para la Declaración de Daimiel.

La celebración del I Congreso Nacional de Ecoturismo marca un antes y un después en el sector. Sin duda. Marca el camino a seguir.
Se realizaron 5 grupos de trabajo sobre diferentes temáticas

Los asistentes durante la visita guiada a las Tablas de Daimiel
Entre la infinidad de aspectos ecoturísticos abordados, personalmente me quedo entre los más positivos con los que tienen que ver con:
- la necesidad de colaboración y coordinación público-privada.
- la necesidad de revertir económicamente en proyectos de conservación de la biodiversidad.
- la importancia del Club de Ecoturismo en España.
- la necesidad de diferenciar positivamente las empresas comprometidas activamente con el ecoturismo y las que no lo están.
- la clara necesidad de Formación en el sector.

Felicidades a la organización y a todos quienes han colaborado o han hecho posible la celebración de este encuentro. Un verdadero placer en lo profesional y en lo personal haber participado en el congreso y contando ya los días para la celebración de una segunda edición. 
Observatorio de la Isla del Pan, Tablas de Daimiel.

martes, 15 de noviembre de 2016

El celo del rebeco en las montañas de Somiedo


Es cierto que a priori no goza de la popularidad ni la vistosidad de otros periodos de celo entre los grandes mamíferos ibéricos, tal es el caso de la berrea del ciervo o la ronca del gamo, pero los rebecos (Rupicapra rupicapra) se encuentran estos días con la “sangre alterada” y ofrecen a los ojos del ecoturista una experiencia inolvidable. Una más en la pródiga naturaleza ibérica en esto de  deparar momentos únicos a los amantes del turismo de observación de la naturaleza.

A finales de octubre y primeros de noviembre tiene lugar el celo del rebeco y uno de los mejores enclaves para observarlo es en las montañas del Parque Natural y Reserva de la Biosfera de Somiedo (Asturias). Dura aproximadamente unas tres semanas (ya está dando los últimos coletazos por lo que a este año respecta), pero es un acontecimiento, aunque corto, muy atractivo y relativamente fácil de observar. Con relativamente fácil me refiero a que en esta época del año, con las primeras nieves otoñales que anuncian la pronta llegada del invierno, los rebecos descienden a cotas más bajas. Abandonan sus riscos calizos de la alta montaña para descender a los prados altos de los valles y zonas boscosas. 


En esas praderas abiertas, salpicadas de zonas pedregosas que tanto gustan a estos bóvidos equilibristas, tienen lugar escenas como las que ilustran este reportaje.  Los machos, de carácter solitario o con menor frecuencia en grupos con otros machos durante el resto del año, se acercan a los grupos de hembras y crías para formar su propio harén (oscila entre 3-10 hembras) y defenderlo frente a otros machos. Es entonces cuando el ajetreo reproductor y las carreras por los prados se suceden. Machos que persiguen a otros machos para defender lo que consideran suyo. Llegado el caso chocarán sus cabezas provistas con diminutos cuernos ganchudos, nada que ver con las  enormes cuernas de venados y gamos, para demostrar se fuerza y espantar al invasor a empujones. El tamaño de los cuernos, aunque también con la edad –cada año crece un nuevo anillo córneo-, está muy relacionado con la alimentación, siendo mayor en los machos mejor alimentados, algo que las hembras saben elegir a la hora de seleccionar al padre de sus hijos…


El macho vencedor persigue incesantemente a la hembra, olisqueando su orina para ver si está en celo, balando para llamar su atención. Levanta la cabeza y emite sonidos haciendo vibrar el labio inferior para llamar la atención de la hembra; luego se aproxima con la cabeza agachada, la boca abierta, olisqueando… hasta que ésta emprende un trote huidizo y es preciso volver a aproximarse a la espera de que ella acceda. Tras el cortejo, las hembras quedan preñadas y entran en un periodo de gestación de unos 5 meses para dar a luz en primavera, cuando los rigores del invierno hayan pasado.


El celo del rebeco es otro de esos atractivos de las montañas cantábricas (y pirenaicas) que la naturaleza depara y uno de los muchos atractivos naturales del parque natural de Somiedo. Acércate a disfrutarlo.