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domingo, 9 de octubre de 2016

La berrea del ciervo en Alto Campoo



Un penetrante bramido rompe el silencio en esta fría y soleada mañana en las montañas cantábricas. Emerge desde el fondo de un mar de escobas y brezos entre los que cuesta ver al responsable de semejante demostración de poderío sonoro. Le sigue otro berrido en un breve lapsus de tiempo. Y otro. Y otro más. No hay duda de que en esta ladera hay una notable densidad de venados. Poco a poco los protagonistas se dejan ver. Enormes cuernas de casi una decena de puntas asoman por encima de la vegetación como el periscopio de un submarino lo hace en la línea del mar.

Los grupos de hembras deambulan arriba y abajo por la ladera, alimentándose  casi sin cesar. Y eso es lo que cada macho ofrece a su harén: el territorio con los mejores pastos. El problema es que otros machos también piensan lo mismo…


Las lluvias se han retrasado mucho este año y a estas alturas del otoño, el ciclo de la berrea se acelera. Están en la semana de las cópulas y no hay tiempo que perder. Los nervios se suceden en las laderas y las peleas entre el macho de un territorio y otros machos visitantes se suceden. Es entonces cuando los berridos no cesan, y esta porción de la cordillera Cantábrica es una de las mejores zonas no sólo para escucharlo, sino para observarlo. Las hembras, más confiadas, tienen menos problema en dejarse ver pero en pocos sitios de la cornisa Cantábrica se pueden observar tan de cerca a los enormes venados.



Cada final de septiembre suelo ser fiel a una de las citas más estremecedoras con la naturaleza ibérica: la berrea del ciervo. En esta ocasión me he venido a disfrutar del espectáculo natural de la berrea a Alto Campoo (Cantabria), en las montañas donde nace el Ebro (y el Nansa, y un afluente del Pisuerga…). En las alturas del Circo de Alto Campoo y en compañía de Naturea Cantabria, empresa que realiza las visitas guiadas a la berrea cántabra en Liébana, Saja-Nansa y Alto Campoo. Repetiré.

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