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martes, 24 de marzo de 2015

Estero de Domingo Rubio


Eclipsado por sus dos vecinos naturales más ilustres, como las Marismas del Odiel -también en la bahía de Huelva- y Doñana, el Estero de Domingo Rubio (Palos de la Frontera, Moguer) es un paraje natural ameno  e interesante con motivos sobrados para pasar una agradable jornada de birdwatching.
Garcilla cangrejera

Este importante humedal onubense está muy vinculado además con ambos espacios, especialmente en época migratoria para las aves. Incluso el lince ibérico llega hasta la zona en su dispersión desde el espacio natural Doñana a lo largo de este corredor verde.
El estero se encuentra junto a la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel e influenciado directamente por las mareas del océano Atlántico y el aporte hídrico de arroyos como los de Juana Ruiz, del Príncipe, o de Juan Delgado. 

El Estero presenta tres ambientes diferenciados como marisma, tramo medio y tramo alto (lacustre). En total 480 hectáreas de naturaleza a tiro de piedra del monasterio de la Rábida y de Huelva capital.
Cormoranes

Probablemente su visita ecoturística más espectacular puede llevarse a cabo a través del llamado sendero del Molino por la margen del Estero, con muy poca afluencia de visitanntes, algún observatorio ornitológico y casi permanentes panorámicas sobre el humedal. El sendero (pista) atraviesa también zonas de pinar de pino piñonero con lentisco, idóneas para encuentros con el lince ibérico. Quien sabe… También podemos toparnos con sus dos competidores principales: meloncillo y zorro, o el jabalí. Junto a la orilla, crecen los carrizos y espadañas, escondite perfecto para la nidificación del calamón, las gallinetas o pollas de agua, las fochas, garcillas cangrejeras, avetorillos, etc. Es igualmente el terreno propicio por el que las nutrias se adentran cada noche en busca de peces y cangrejos. Si falta la comida, éstas no dudan en alimentarse de huevos o incluso algún ave sorprendida en la complicidad de la noche. En las aguas se sumergen zampullines chicos y somormujos lavancos, nadan cormoranes para después extender sus alas al sol para secarlas, carentes del pigmento secretado por la glándula uropigial que impermeabiliza las plumas del resto de las aves.
Quien sabe.... igual te puedes topar con el lince ibérico...

En la marisma, donde dominan plantas como la espartina, aguardan sobre todo aves. Limícolas, ardeidas, láridos… Entre la larga lista de aves que se pueden observar en el Estero de Domingo Rubio citar el ibis morito (morito común), fumarel cariblanco, charrancito, garza imperial y real, Martín pescador, abejaruco, silbón europeo, focha moruna, porrón común, rascón, etc. Lo dicho, un lugar que bien merece una visita de al menos media jornada. Mi última visita la hice en compañía de Daniel Calleja, guía de Babel Nature (655305201), ambientólogo, buen comunicador y gran compañero de campo. Sin duda una de las mejores formas de conocer el Estero de Domingo Rubio y otros espacios naturales de la provincia de Huelva. 

sábado, 14 de marzo de 2015

Navegando la desembocadura del río Guadiana

El agua es vida. Muy pocas son las provincias españolas que cuentan con la desembocadura de un gran río en su territorio. No digamos de dos. Huelva cuenta entre sus privilegios naturales albergar los últimos kilómetros del curso  bajo de dos ríos de la talla del Guadalquivir y del Guadiana, con más de 650 kilómetros de recorrido el primero tras su nacimiento en la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, y con casi 750 kilómetros de longitud el segundo tras su afloramiento castellano-manchego. Digo afloramiento porque podemos establecer un primer nacimiento en las Lagunas de Ruidera (una deliciosa hilera de lagunas entre Albacete y Ciudad Real, o bien contabilizarlo a partir de su afloramiento a superficie en los Ojos del Guadiana (Villarrubia de los Ojos, junto a las Tablas de Daimiel), después de un recorrido subterráneo al desaparecer en las inmediaciones de Argamasilla de Alba.
Gaviotas reidoras tras la estela del barco
El pequeño puerto de Sanlúcar y al fondo la portuguesa Aleutím.

El río Guadalquivir reparte su desembocadura entre las provincias de Huelva y Cádiz tras dejar atrás tierras sevillanas y, junto a sus marismas forma el parque nacional Doñana. Los últimos 100 kilómetros del Guadiana, por su parte, sirven de linde fronterizo entre Portugal y España. Este tramo de curso bajo del Guadiana es navegable en los últimos 70 kilómetros hasta la desembocadura, entre Ayamonte, en Huelva, y la portuguesa Vila Real de Santo Antonio. Y allí me fui, a navegarla a bordo del barco que realiza la travesía entre el puerto de Ayamonte y Sanlúcar de Guadiana los fines de semana entre mayo y septiembre. Frecuencia que alarga hasta hacerlo casi a diario en pleno verano. Es un crucero fluvial de 3 horas de duración (en sentido subida) y se realiza (en función de la demanda) en la línea del calendario comentado (confirmar disponibilidad con su patrón Juan en el 652 525 168).  
Ayamonte, punto de partida

El río Guadiana forma un estuario y una zona de marismas asociada (el Paraje Natural de las Marismas de Isla Cristina en la parte española y la Reserva Natural do Sapal de Castro Marim e Vila Real de Santo Antonio en territorio luso) que si bien no tienen la concentración y biodiversidad de aves presentes en las vecinas Marismas del Odiel o del Guadalquivir, son sin duda una delicia para observar plácidamente, desde la cubierta de este barco. El recorrido permite ser testigo de cómo el paisaje fluvial cambia a medida que nos adentramos río arriba, cómo la gran anchura de la desembocadura donde las aguas del Guadiana son ya más saladas que dulces al tocar el Atlántico se va estrechando y su silueta entre suaves colinas se va estilizando a medida que las zonas de espartinas, almajos, juncos, castañuelas, etc. van siendo sustituidas por ecosistemas de carácter más forestal, como es el bosque mediterráneo con su matorral asociado que en algunos tramos está casi intacto.
Nada más comenzar, se pasa bajo el puente internacional en Ayamonte.

Limícolas y anátidas son una constante en los primeros kilómetros de recorrido. La presencia de cormoranes que nadan tranquilos antes de acometer el despegue aleteando y dando grandes “zancadas” sobre la superficie del agua al paso del barco, es también habitual compañero de viaje. También garzas y espátulas. A medida que remontamos el río, la salinidad se va retirando de su cauce y las orillas se van volviendo algo más dulces, aunque la influencia de las mareas se deja notar muchos kilómetros arriba. Los carrizos y las playas fluviales empiezan a hacerse presentes. Muy pocos pueblos y pocas construcciones hasta llegar a Sanlúcar. Sólo algún cortijo de envidiable ubicación. 
Los limícolas son abundantes en este tramo del curso bajo del Guadiana.

Charranes y gaviotas se divierten tras la estela del barco, se lo pasan bien mientras la embarcación con su avance les proporciona alimento. Pasan minutos suspendidos en el aire, volando casi encima de la nave, hasta que en la estela emerge la silueta de algún pequeño pez. Es el momento de dejarse caer en picado para atraparlo y remontar vuelo para volver a situarse a la cola de lo que parece ser un pelotón ciclista que avanza pedaleando contra el viento. La captura del pescado les sirve para darse relevo a la cabeza de la estela. Y así, disfrutando desde la cubierta del barco que si bien no tiene el recorrido destinado a fines ecoturísticos ni ornitológicos, si es la excusa perfecta para navegar un río como el Guadiana en un tramo bien conservado, y es el medio de transporte idóneo para descubrir un rincón onubense muy muy poco conocido, incluso por los propios onubenses. Vale la pena reservar media jornada para vivir la experiencia fluvial remontando los últimos kilómetros del cuarto río más importante de la península Ibérica. Hace años que ronda la idea de la creación de un parque natural internacional del Bajo/Baixo Guadiana. Méritos no le faltan. Sólo en la parte andaluza hay cinco LICs de la Red Natura 2000.  Aquí nadan especies piscícolas migratorias de gran importancia como el esturión o el endémico jarabugo.
Llegando a la hermosa localidad de Sanlúcar de Guadiana, en Andévalo.


No hay mejor final de travesía que Sanlúcar de Guadiana, un precioso pueblo encalado de la comarca del Andévalo, coronado por el castillo de San Marcos y en cuyo pequeño casco urbano sobresale la iglesia de Nuestra Señora de las Flores. En la otra orilla, Alcoutím realza la belleza de esta postal fluvial. Ambas poblaciones viven muy ligadas, sus habitantes cruzan a diario en embarcaciones e incluso a nado entres sus puertos y playas fluviales. Los más aventureros lo hacen por el aire, a través de la única tirolina internacional. Curioso. Yo lo hice navegando. Llegué a Sanlúcar con las últimas luces de la tarde, en esa mágica y fotográfica hora azul. Otro privilegio más.