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lunes, 26 de enero de 2015

Ruta de Termesana, a pie por Timanfaya


El parque nacional de Timanfaya, en Lanzarote, es el parque con menos rutas senderistas de la red. Es un ecosistema frágil y vulnerable, como todos, pero además de condiciones extremas para recorrer a pie debido sobretodo a las características del terreno volcánico y la fuerte insolación. Una de las rutas que el parque ofrece (guiada) es la llamada ruta de Termesana, indicada como SPN2 en el mapa del parque nacional (CNIG). Es una ruta de dificultad baja para la que será preciso emplear 2-3 horas de caminar a la hora de cubrir sus 3,5 kilómetros de longitud. Un contacto directo y en primera persona con la geología volcánica de Lanzarote y en concreto, del sur del parque nacional.

Se trata de un recorrido por parte de los elementos geológicos resultantes del proceso eruptivo que tuvo lugar entre 1730 y 1736. Pero no sólo vulcanismo; en la aparente hostilidad del suelo tiene cabida también el desarrollo de vida. Líquenes incrustantes en primer término y plantas vasculares después. Los habitantes de esta zona han sabido sacar provecho del suelo volcánico y podremos comprobar en la primera parte del recorrido el uso agrícola del mismo, fundamentalmente con algunas higueras que crecen un tanto achaparradas por la fuerza del viento a pesar de estar protegidas con las tradicionales semilunas pedregosas (gerias).


La ruta bordea la montaña de Termesana y a lo largo del trazado muestra al visitante la fortaleza de los volcanes de Montaña Rajada y Caldera Rajada, entre paisajes de lapilli y lavas lisas con sus características cordadas. Nos topamos también con jameos producidos por el desplome de los techos de tubos volcánicos. También las llamadas burbujas de lava.



La segunda parte de la ruta está presidida por el perfil de otros dos volcanes: la Montaña de María Hernández y el precioso cráter de Montaña Encantada. Una ruta sencilla y bonita que nos sorprenderá por el siempre espectacular paisaje volcánico y por la presencia de vida en un territorio tan extremo como éste. Aparte de la flora mencionada, también llamará nuestra atención la presencia de fauna, fundamentalmente aves, que crían al cobijo de los tubos volcánicos.

martes, 20 de enero de 2015

Por los fósiles del Boquerón del Estena, Cabañeros

Una buena combinación, que me he aficionado a hacer en los últimos años, es enlazar los parques de Monfragüe (Cáceres) con los de Cabañeros y Tablas de Daimiel (Ciudad Real). Entre el primero y el último no hay más de 4 horas por carretera. A cambio recibo unas dosis de biodiversidad importantes para saciar mi sed de campo. Tres joyitas naturales. Así que después de acompañar al Tiétar en su fluir extremeño por el oriente de Monfragüe, pongo rumbo a Castilla-La Mancha. Allí, me detengo hoy en una de las zonas más bonitas (y diferentes) del parque nacional de Cabañeros (Ciudad Real). En esta ruta no se viene a hacer en busca de la famosa raña. Hay encinas y alcornoques, pero nada de paisajes adehesados. Aparte de estas y otras plantas mediterráneas como quejigos, jaras, tomillos, etc., un bosque de ribera con sauces y fresnos, y la presencia ocasional de especies como el tejo o el abedul, la ruta del Boquerón del Estena tiene importancia eminentemente geológica. De un pasado geológico ligado al mar, aunque el nombre de boquerón nada tenga que ver en este caso con ni con el mar, ni mucho menos con la presencia de este pequeño pescado azul en las aguas del Estena.
 
Rizaduras de las olas marinas fosilizadas



El río Estena es célebre por la existencia de fósiles marinos cuando esta zona estaba cubierta por las aguas del mar, hace 400 millones de años.
La ruta parte de las inmediaciones del pueblo de Navas de Estena y son 6 kilómetros ida y vuelta acompañando a las aguas del río en su curso hacia el arroyo del Chorrito (ruta 5 mapa del parque nacional editado por el CNIG y Parques Nacionales). No es raro toparse con galápagos leprosos tomando el sol en las piedras del río y con los excrementos que revelan la presencia de nutria en la zona.



Lo que si veremos seguro son los restos fósiles que llevan allí muchos millones de años. Rizaduras de las olas marinas fosilizadas, restos de trilobites e incluso un enorme gusano gigante perfectamente conservado. Sorprendente. Podéis descubrir algo más sobre los fósiles del Estena en el centro de información del parque de Navas de Estena, donde también podéis concertar la visita guiada, siempre más recomendable para sacar provecho al recorrido, para hacer la ruta del Boquerón del Estena. ¿Y lo del boquerón? Pues tiene que ver con boca o abertura, en el sentido de estrecho por el que se abre paso el río. Se observa esta formación a la derecha de la ruta, a la altura precisamente de otra formación rocosa característica: las torres, unas elevaciones cuarcíticas en forma de columna.

jueves, 15 de enero de 2015

Subida al alto de Garajonay

Este lugar es el punto culminante de la apasionada historia de amor entre Gara y Jonay, una muchacha gomera y un guanche de la vecina isla de Tenerife. Su amor perseguido les llevó a huir hasta la parte más alta de la isla, a 1.500 metros de altitud, en donde sellaron su cariño eterno mediante un abrazo mortal con una afilada rama de brezo que atravesó sus pechos. Allí fallecieron abrazados los jóvenes y el lugar pasó a bautizarse en su honor como Garajonay, el punto más alto de La Gomera, y también uno de los parques nacionales más singulares del mundo. Lo que no es leyenda es sin duda la excepcional vista panorámica circular: Tenerife, que parece tocarse con la mano, El Hierro y La Palma. Cuatro islas que tienen en común la presencia de un bosque relicto de la Era terciaria: la laurisilva canaria. De ellas, el bosque más grande y mejor conservado es el que tenemos bajo nuestros pies.


Alto de Garajonay se llega desde cualquier punto de la isla; muchos son los senderos que conducen hasta el monteverde que cubre la parte alta de La Gomera, corazón del parque nacional (85% de su superficie) y de la biodiversidad de este espacio natural protegido. Casi todas estas sendas confluyen en el alto del Contadero (accesible en vehículo por la carretera dorsal), desde donde ya sólo resta un salto hasta la cima. Se tarda 25 minutos escasos a través la senda por el brezal de cumbre que conduce hasta el alto, al principio por una pista enlosada y después por el sendero, más directo. Es la ruta SPN3 del mapa parque nacional Garajonay, editado por el CNIG y Parques Nacionales. La ruta 7 en la señalización de la red senderista del parque.


Arriba reciben al visitante no sólo un conjunto arqueológico aborigen –espiritual, ceremonial y lugar de sacrificios-, sino unas panorámicas circulares impresionantes sobre las islas vecinas y la propia isla gomera. También la Fortaleza de Chipude, a la que recientemente dediqué un post. Ninguna otra isla canaria, ni ningún otro parque nacional español, están coronados en su punto más alto por ningún resto arqueológico.

La subida hasta el Alto suele estar preciosa y muy floreada. Cientos de florecillas –en gran parte endémicas- acompañan a un brezal que sorprende por su tamaño. Los brezos llegan en determinadas zonas del parque a un porte de 20 metros de altura. Algo excepcional y reflejo del gigantismo que adoptan como estrategia muchas especies de flora que alcanzan talla de árbol cuando en otros lugares de su área de distribución mundial no pasan de hierba. Otra de las singularidades de este bosque siempre verde, declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1986, cinco años después de pasar a engrosar la red de parques nacionales españoles.



Desde el alto es posible ver el mar de nubes que habitualmente cubre la parte norte de la isla, sobre los valles de San Sebastián, Hermigua, Agulo y Vallehermoso. Esas nubes son las responsables de la existencia del Monteverde. En 20 minutos estaremos de nuevo abajo, en el alto del Contadero. Eje vertebral de muchos de los senderos que atraviesan la dorsal gomera. Al ser una ruta corta es perfecta para enlazar con cualquiera de ellos (Pajarito, Laguna Grande, Las Mimbreras o la Gran Circular, por ejemplo). Al final de la jornada nada mejor que alojarse en alguno de los alojamientos rurales de la asociación Isla Rural, con sede en Hermigua. La pausa perfecta para reponer fuerzas y preparar la siguiente ruta en un ambiente rural privilegiado.

lunes, 5 de enero de 2015

Por el Barranco de las Angustias



Desde la playa de Taburiente, la única salida posible (si no queremos acometer desniveles muy fuertes hasta Los Brecitos o La Cumbrecita) es recorrer el barranco de las Angustias (SPN2), el desagüe natural de la Caldera. Sólo el nombre ya asusta, pero debe hacerlo (lo de asustar, me refiero) a quienes deciden entrar a la Caldera al revés, remontando el barranco y superar los casi 550 metros de desnivel. Se atraviesa un paso de múltiples lazadas por la empinada pared del barranco conocido como El Reventón. Mejor no explicar por qué si lo hacemos de subida.




En nuestro caso el camino es en bajada pero llega a hacerse largo y las piernas se cargan después de los casi 1.000 metros de desnivel acumulado (de ahí su dureza) al combinarlo con la etapa de ayer. A cambio ofrece parajes y panorámicas fantásticas, desde una visión cara a cara del monumento natural del Roque Idafe, monolito sagrado para los benahoritas, hasta la cascada de Colores o caminar por aguas naranjas y negras a la vez, también verdes… Un recorrido fantástico que si tenéis oportunidad de realizar alguna vez, no dudéis que no os va a defraudar. Una de las rutas senderistas más completas en todos los sentidos de la red de parques nacionales y, lo dicho, una de mis favoritas. 
Monumento natural Roque Idafe