Aparté con dos dedos la cortina de mi habitación y asomé mis ojos al
día que comenzaba a despuntar. La luz todavía era muy tenue, pero dentro de
poco el sol iluminaría un día de cielo azul. Costaba saltar de la cama con estas
sábanas que te atrapaban. Abajo, en la sala principal, aguardaba un pantagruélico
desayuno a base de productos tradicionales al calor de la chimenea. La idea
consiguió convencer a mi cuerpo de que el plan de la chimenea era mejor y en
unos instantes me encontraba rodeado de tostadas, sobaos, embutidos, zumos…
Era otoño y venía con ganas de empacharme de color. Poco tiempo
después ya me encontraba con las pilas cargadas y a punto para realizar la ruta de los Puentes, en los montes de Ucieda, dentro del parque natural Saja-Besaya.
El punto de inicio invita a quedarse en la zona y dejar para otro día
la ruta, pues pocos lugares son tan sugerentes en esta época del año como la Campa de Ucieda, a orillas del Bayones. Río,
bosques de robles, de castaños, hayas…. ¿no quería color? Pues aquí tenía todo
el cromatismo de la flora autóctona en un palmo de terreno.
La campa de Ucieda, en las afueras de este tranquilo pueblo cántabro, es
el escenario de partida y final para dos senderos de pequeño recorrido circulares
que se adentran en estas bellas montañas de la cordillera cantábrica. Uno es el
PRS.112, más conocido como la Ruta de
Hayacorva; el otro es el PRS.111 y todo el mundo lo conoce como la Ruta de los Puentes. Ambos remontan las
laderas occidentales de los montes de Ucieda para sumergirse en la frondosidad
del bosque (y abrirse paso por los prados en otros tramos) a lo largo de 13 kilómetros el
primero y 15 el segundo. Son dos rutas sencillas, con algo de desnivel (unos 300 m .) y repletas de
momentos gratificantes. Yo me decidí por el segundo de los recorridos pero
pronto regresaré a disfrutar del primero.
Por la noche, embaucado por el olor a leña de la chimenea, me sumergí
en la lectura de un par de guías del parque. No era la primera vez que estaba en
Saja-Besaya, uno de los hayedos más extensos de la península Ibérica, pero
siempre me gusta descubrir e imaginar nuevos recorridos por hacer.
Al día siguiente sólo disponía de la mañana, así que opté por lo que
más le pedía a mi cuerpo y no me resistí a regresar a la Campa de Ucieda a
echar un buen rato dejándome conquistar por ese rincón del norte de España.
Estoy escribiendo este post y me parece escuchar el discurrir del río Bayones,
oler la humedad de los musgos y líquenes que crecen por doquier en el bosque,
oír mis pisadas entre la hojarasca, disfrutar de esos momentos inolvidables que
depara siempre la estancia en alguno de los alojamientos rurales de la zona…
qué duro es volver a casa!!
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