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jueves, 7 de agosto de 2014

Volcanes de la Garrotxa


Una experiencia en la naturaleza de Cataluña puede vivirse ¿por qué no? entre volcanes. Y no unos volcanes cualesquiera, sino el mayor campo volcánico de la península, con 40 conos volcánicos y más de 20 coladas de lava, además de otros elementos volcánicos asociados.

Ermita románica en el cráter del volcán Santa Margarida.

Todo comenzó hace unos 20 millones de años con la formación del Rift europeo, una fractura de la litosfera en la placa euroasiática de más de 2.000 kilómetros que va desde las costas del Mar del Norte hasta el sur de la península Ibérica. Se trata de un estiramiento de la placa euroasiática que propició una serie de fosas tectónicas y bloques originados por el movimiento de grandes fallas,  normalmente con orientación NE-SO.

Volcán del Croscat, el más alto de la península Ibérica.

El magma aprovecha estas discontinuidades en la litosfera para subir a superficie y emerger de diferentes maneras, mediante explosiones freatomagmáticas, actividad explosiva estrombolinana o mediante actividad efusiva. El parque natural de la zona volcánicade la Garrotxa, en Girona, presenta buenos ejemplos de estos tres tipos de actividad volcánica: los volcanes de Santa Margarida, del Cairat y de Cantià como ejemplos de actividad explosiva freatomagmática en la que el magma entra en contacto con el agua freática y se producen gran cantidad de gases fruto de la evaporación que dan como resultado la expulsión violenta de fragmentos de magma por la chimenea volcánica; los volcanes del Montsacopa, de la Garrinada, del Fuig Astrol o de Comadega como ejemplos de actividad estromboliana en la que se producen explosiones de magma mediante bolsas de gas cuando el magma está en reposo y cuya salida al exterior del magma va formando las paredes del cono volcánico. Finalmente la actividad efusiva, ante la ausencia de concentraciones de gases, realiza una emisión pausada y continuada del magma al exterior formando coladas de lava. Los volcanes de Montolivet, de les Biseroques o el volcán del Croscat, son buenos ejemplos de ello.

Los volcanes están cubiertos de excelentes bosques.

En cualquier caso es importante mencionar que los cuarenta volcanes existentes en la zona de la Garrotxa erupcionaron de forma independiente, es decir, se formaron cada uno a partir de una única erupción que duró desde días hasta meses (son volcanes monogenéticos) y que tuvieron lugar en diferentes momentos (por citar sólo un par de ejemplos, el sistema eruptivo Croscat-Santa Margarida tuvo lugar hace unos 11.500 años, mientras que el Montsacopa erupcionó hace unos 120.000 años), si bien algunos pudieron originarse a partir de más de un tipo de actividad volcánica, como es el caso del Santa Margarida, que tuvo procesos estrombolianos y freatomagmáticos.
Sustrato formado por piroclastos de tipo Lapilli.


Dar un paseo por la Garrotxa es por tanto inmiscuirse en un mundo volcánico de suma importancia. La frondosa cubierta forestal de la zona, que tapiza en buena medida los volcanes hace que a simple vista algunos de ellos pasen inadvertidos. El perfil cónico de algunos ayudarán a identificarlos y como en el caso del Croscat, podremos incluso penetrar en su interior para apreciar la naturaleza volcánica del sustrato (Les Grederes del Croscat) y ver los diferentes colores y estratos de lapilli, o como en el caso del Santa Margarida, que  podremos descender al fondo del cráter de 350 metros de diámetro, donde se levanta una ermita románica. Las paredes de ambos volcanes, como de otros muchos, se encuentran tapizadas de bosque.
Les Grederes del volcán Croscat


Durante un paseo por la Garrotxa (existen 28 rutas senderistas) podremos toparnos por ejemplo con alguna bomba volcánica, expulsada desde el cono volcánico en ocasiones varios kilómetros de distancia mediante violentas explosiones estrombolianas, ver coladas basálticas (como la Cinglera de Castellfollit de la Roca) o caminar sobre lava como sobre la que crece la fageda d’en Jordà. Este bosque de hayas es célebre por crecer en sustrato horizontal y a baja altitud (550 m.) sobre el malpaís de la colada de lava del volcán Croscat. El volcán del Croscat es el más alto de la península Ibérica, con un cono volcánico de 160 metros de altura. Las laderas exteriores están cubiertas de variada vegetación, una buena representación de la flora existente en la comarca: encinas, robles, acebos, avellanos, retamas, etc. Les Grederes son el fruto de la actividad extractiva del lapilli realizada durante años. Una serie de cortes en el sustrato a modo de cantera permiten ver cómo es un volcán estromboliano por dentro (ruta 15, como parte del itinerario 1).
Por el interior de la Fageda d'en Jordà.
Museo de los Volcanes en Olot.



Mi paseo por el campo volcánico comenzó en el Museo de los Volcanes de Olot, donde os recomiendo realizar una visita previa a la excursión. En el exterior cuenta además con un denso jardín botánico de vegetación autóctona olotina.

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